7/24/2008

ALFRED

Estaba deseando que pasara la tarde, no veía la hora de acabar con tanto maldito bicho, y no son lo peor los bichos, no, que va, lo peor son los dueños de los bichos, algunos, claro. "Mi Coqui no me come nada, mire usted, nada de nada. ¿Es posible que esté anoréxico?". "Mi Anastasia debe tener bulimia, como la princesa esa tan triste, Diana, porque la sorprendo comiendo a escondidas y luego veo que ha vomitado en un rincón. ¿Es grave, doctor? Sí, me gustaría poder contestar que sí es grave, señoras, lo de ustedes es muy grave, no lo de sus perros, que no son más que unos pobres chuchos desnaturalizados y enviciados a sabe Dios qué, con unos niveles de azúcar y colesterol en sangre capaces de desmentir todos los tratados sobre el tema de los últimos diez años. ¡Señora! con la mitad de lo que gasta usted al mes en ese chucho criaría, alimentaría y educaría a una criatura y la verdad es que hay tantas necesitándolo...
Bueno, bueno, que ya se acabó el trabajo, a desconectar y a ver esta película de mi amigo Alfred, el genio. Ya la he visto varias veces, pero cada vez que vuelvo a hacerlo le descubro algo nuevo, una frase, un guiño, un detalle que antes no había apreciado. Este cine es cómodo, da gusto sentarse en estas butacas con las piernas estiradas y sin que te moleste el de delante. Casi dan ganas de dormirse.
Esta actriz rubia no hizo muchas películas, una pena, porque tenía estilo y, como se decía antes, era muy fina. El no termina de gustar, creo que aquí se equivocó Alfred o, tal vez lo hizo queriendo: poner a un actor gris como fondo para que los colores de los demás resaltaran. La madre, la madre del muchachito es la que tiene miga, recuerda algo al ama de llaves de Rebeca, así, tan posesiva, tan misteriosa, tan mala. Ya está comprando los periquitos y ya se empieza a ver la mano del genio al conseguir que dos pajarillos alegres y llenos de colorido resulten inquietantes y de alguna forma, se les acuse de todo lo que ocurre después. Me está entrando sueño y es que estoy cansado, toda la tarde de Coquis, Anastasias y canarios flautas afónicos, que eso si que estuvo bueno, pues no quería la señora que yo enseñara de nuevo a cantar a su Tweety (como el de los dibujos animados de la tele) Sólo faltaría eso, que me subiera en una caña y tratara de cantar como un canario flauta. No sé si dar una cabezada, es tan rico este sueñecillo de duermevela que casi da pena desperdiciarlo.
Ya va en la barca camino del pueblo y las gaviotas empiezan a hacer de las suyas, ésto se anima. El cine se ha llenado y es que el poder de convocatoria de Alfred sigue siendo enorme. Ahora llega y pregunta por la casa de él, pero lo hace en casa de la maestra, que parece ser la novia de toda la vida que espera pacientemente que él se de cuenta de que lo quiere y desea por encima de todo casarse y convertirse en su mujer, aunque para ello tenga que ganarse el puesto primero con la hierática madre como rival.
Me molesta terriblemente que la gente haga ruído en el cine y al parecer todo el mundo viene dispuesto a comer, a merendar, con sus estrepitosos paquetes de patatas fritas o sus crepitantes cacahuetes, cuando no el sorbeteo de la pajita en el refresco, o el masculleo del chicle o el click-clack de las pipas de girasol. Tal vez sea éste uno de los motivos de que algunos no vengamos más al cine.
Es curioso, la verdad es que no vengo mucho a esta sala, pero no me había fijado en que hay nidos de golondrinas en el techo ¿por dónde entrarán? Mientras no nos caguen... además, ahora no es tiempo de golondrinas, ¿O sí...? porque aquello parece una posada en una lámpara y...no es una, la lámpara está cuajada de golondrinas, de inmóviles y silenciosas golondrinas, es curioso, pero no me parece normal ni higiénico.
Ya se empiezan a juntar los pájaros en los cables y los niños están a punto de salir del colegio, el suspense sube de intensidad y...¡Esto que es! las golondrinas vuelan en bandada por el cine y se empiezan a posar en las gentes y éstas ¡se las comen! ¡qué asco! ¿Que está pasando aquí? Un momento, esto pueden ser efectos especiales, como el sensurround o el cine en tres dimensiones, sí, seguramente será eso, pero creo que se han pasado, la película no lo necesitaba.
Por lo que veo, cada uno ha traído su pan y hasta vino algunos y ahora se limitan a coger las golondrinas que pasan volando cerca y se las comen, con plumas y todo y se relamen y se felicitan unos a otros por lo bien que se lo están pasando. A mi lado hay un señor que permanece quieto y parece serio, le preguntaré.
-Oiga...¿Esto es normal? ¿Usted lo ha visto antes? Oiga...
No contesta. Vaya educación también...Creo que me voy a casa, esto me está levantando el estómago y al final no me están dejando ver la película. El final se acerca, los pájaros están atacando la casa y acabarán con la madre, menos mal. Las golondrinas están más alborotadas, ya no vuelan en bandadas, ahora lo hacen de una forma errática y desordenada y producen un ruido ensordecedor de graznidos enloquecidos, algunas se chocan con las paredes violentamente y mueren en el impacto dejando manchas de sangre en la pintura y las gentes ya no prestan atención a la pantalla, se dedican a coger golondrinas, cuantas más mejor y a engullirlas atropelladamente, con trozos de pan y tragos de vino. Creo que voy a vomitar. Me voy.
-¿Dónde va usted? Cree que puede salir de aquí así, sin más. ¡Qué falta de respeto!
Era el señor de al lado, el que antes no se dignó contestar.
-Yo...me voy, no sé qué está pasando aquí, no entiendo esto y no lo aguanto, lo siento, me tengo que marchar...
-Usted no se mueve de aquí, no se puede mover...inténtelo siquiera y verá como no es capaz de levantarse del asiento.
Estoy paralizado por el pánico, no me atrevo a intentarlo, no soy capaz de apoyar los codos en los apoyabrazos porque ¿y si es verdad? ¿y si no me puedo mover del asiento? ¿y si no puedo salir nunca más de este horrible sitio y acabo comiendo golondrinas con plumas y todo? ¿y si este maldito cine es una especie de puerta del infierno y yo he traspasado el umbral de la locura eterna y estoy condenado a permanecer para siempre encadenado a esta butaca para al final ser devorado por alguna especie de pájaro infernal? ¿seré como un nuevo Prometeo, encadenado a la butaca por haber penetrado en los sueños de los dioses y las golondrinas me devorarán las entrañas día tras día?
La locura de los pájaros de la pantalla se ha contagiado con los del cine y la gente y allí todos gritan, saltan. Cada vez hay más pájaros y ya no sólo golondrinas, hay gaviotas, cuervos, gorriones, periquitos...yo qué sé. La gente está borracha de sangre y pájaros, de vino y gritos. Miro al señor de al lado que permanece impertérrito ante el grotesco espectáculo y al darle en la cara un reflejo de luz de la pantalla, lo primero que distingo es un enorme puro y después, una cara redonda, gorda, blanca y sonriente ¡Es Alfred!
-Sí hijo, sí, soy yo.
-¿Pero usted no...?
-Sí, yo sí...pero aquí estoy, de vez en cuando me doy una vuelta por los cines donde ponen mis cosas y la verdad es que no me esperaba este espectáculo. Como dijo alguien, por descabellada que sea la ficción, será superada por la realidad.
-Alfred...la ceniza del puro, se le puede caer encima.
-Pon la mano.
-¿Cómo? ¡Noooo!
-¿Le ocurre algo, señor? La última sesión terminó hace rato y estamos cerrando el cine. Si se encuentra mal le llamamos un taxi o, si quiere, le acompañamos a un hospital.
-No...no, no es necesario, gracias, me encuentro bien, lo siento. Me quedé dormido y tuve una horrible pesadilla. Ya estoy mejor...gracias.
Empecé a levantarme del sillón muy despacio, ante la mirada atenta de los empleados de la sala y sentí un enorme alivio al ponerme en pie y ver que no existía nada que me lo impidiera. Una cosa me llamó la atención, en el sillón de al lado, en el suelo, había un montoncillo de ceniza blanca y la colilla de un puro que, aunque apagada, no estaba fría del todo.
Andres Miranda Garcia "Oriundo".

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